lunes, 13 de octubre de 2008

¿Dónde está la tragedia?

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Hace algunos años me tocó presenciar un evento escalofriante. Una mujer montada en la cornisa de un edificio, a más de 10 pisos de altura, con la determinación de saltar. Yo, congelado, mudo, desde mi cómoda ubicación, pensaba en las circunstancias que llevarían a una persona hasta allí. El policía que gesticulaba junto a ella era el único amigo que tenía en ese momento y algo en sus gestos denotaba que estaba angustiado.

Pensé en lo que significaría verla caer: ¿Observaría todo el proceso hasta el final, o me temblarían las piernas obligándome a caer al suelo?.

El suspenso se prolongó por más de media hora. Los transeúntes en la plaza de la Constitución parecían congelados observando el desenlace, pero lo más trágico, patético, brutal y sin sentido de toda la situación, en el mejor estilo de Kafka, eran los comentarios a mi alrededor. Al parecer las personas están muy aburridas de sí mismas y de los demás, porque eran capaces de encontrar gracia en la desgracia ajena. Me di cuenta que la verdadera tragedia estaba allí, desnuda a mi alrededor: la gran carencia de amor y consideración que existe por los demás.

Finalmente, la convencieron, la retiraron cuidadosamente de la cornisa; los ociosos se dispersaron sin más comentarios; la Plaza se descongeló; se humedecieron mis ojos y pude volver al trabajo.

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