martes, 30 de septiembre de 2008

Porqué soy ateo.

Las religiones se sitúan al mismo nivel -como contexto que sustenta la forma de comprender y ver las cosas- que la ciencia. No quiero decir con esto que la religión sea más efectiva que la otra. Simplemente señalo que tanto la ciencia como la religión son construcciones culturales que dan soporte a la forma de ver la naturaleza, y son tan (in)compatibles como lo puede ser cualquier par de paradigmas que utilicemos para nuestros análisis.

Por lo tanto, desde este punto de vista, la religión se constituye como un paradigma más, utilizado por espíritus poco críticos que encuentran una estructura dogmática, invariable, que guía sus observaciones. Dichos dogmas fueron establecidos hace mucho por hombres crueles e ignorantes para sus propios fines. Hoy en día, la situación es la misma. Por eso, aquellos que están comprometidos con una iglesia, ¡grande es su pecado!.

Por otro lado, todas las religiones en general son fuente de desgracia y mucha tristeza, porque tienen la misma raíz que la crueldad: el miedo. El dolor se engendra y filtra a todos los ámbitos de la vida que el paradigma religioso pretende dar cuenta: Explicación de la naturaleza, la estructura de las relaciones, la forma de hacer o no hacer, el sexo, el amor, los (no) hijos, el trabajo, la política, etc.

En resumen, las religiones son una enfermedad nacida del miedo y fuente permanente de desgracia para los seres humanos. Tenemos que aprender a ver el mundo como es, con lo bueno y lo malo, y no temerle.

¿Y donde cabe Dios en todo esto? Simple, es un concepto que sustenta lo anterior. Es un concepto indigno de hombres libres. Luego, proclamo ¡Dios no existe! y no hay nada que hacer.

Chile; país injusto, inculto, pobre y embrutecido.

En un día como hoy, hace 4 años atrás escribí lo que sigue. Lamentablemente el tiempo sólo me ha dado la razón:

El 11 de septiembre de 1973 no se produjo una división del país. Para que esto ocurra, la cantidad de personas en cada supuesto “bando” debe ser equitativa o por lo menos guardar proporciones razonables (30/70 o algo así). De lo que estamos hablando es del inicio de la imposición, a nivel nacional, de un modelo económico de explotación a gran escala que sirve al interés de un porcentaje ridículo de la población (1% cuando mucho) más un porcentaje algo mayor de tontos útiles que protegen sus mezquinos intereses, y otro tanto de imbéciles embrutecidos que son incapaces de razonar.

Hoy, 30 años más tarde el modelo está consolidado, con un tipo de mujer que parece un macho vulgar (como hombres mal educados), una televisión que se entretiene en mostrar tetas para el delirio de la audiencia y alegría de los auspiciadores. Proliferan los antros del saber privado, donde pulula una horda de retrasados mentales sin carácter ni disciplina.

Me pregunto, ¿qué harán los ilustrados empresarios cuando requieran mano de obra inteligente? ¿Van a buscar en el extranjero? ¿Van a pagar más por aquello que contribuyeron a destruir dentro de las fronteras de su propio país?

lunes, 29 de septiembre de 2008

Nei miei sonni pazzi

Agosto 2008

COMO UN DIOS GRIEGO. Sobre Neruda y las vacas sagradas

No me gusta Neruda. No estuvo presente mientras crecí y no lo está ahora. Creo que el gusto tardío y fanático que desarrollaron mis padres, tiene sus raíces en la contingencia de su centenario. Sin duda, tiene algunas características que lo hacen único, ya que puede ser usado como símbolo de una nación perdida en los confines del mundo, pero esta es una ventaja política. ¿lo vamos a idolatrar por eso?. Mi padre me refriega que mi visión es fruto de la cultura labriega de esta nación. Puede ser, ya veremos. Por supuesto discrepo.

Antes de iniciar el análisis de un personaje, es requisito despojarlo de su calidad de “vaca sagrada”. El ser humano tiene la tendencia a construir sus dioses según el modelo griego; que les permite sus licencias humanas, pero siempre dioses. Si no despojamos al hombre del manto sagrado, cada vez que se trata el tema en público, uno es tratado como sacrílego. Amo a muchos personajes, pero tienen falencias y siempre son seres humanos y no divinidades: Leonardo genial y en extremo solitario; Wilde con esa ternura y sensibilidad que estremecen, amó demasiado a un hombre que no lo merecía; Stephen Gould que, por su tendencia marxista, ha rescatado el método filosófico alemán del materialismo dialéctico como mecanismo de análisis y lo ha legado en sus exquisitos ensayos, pero demasiado norteamericano para mi gusto; Gandhi y su lamentable omisión sobre la existencia del sistema de castas e inclusive Cristo que predicó para los judíos y no para todos los hombres, independientemente de las distorsiones posteriores. En fin, a medida que se conoce más al ser humano que está detrás y menos al artista o pensador, nos damos cuenta lo cerca que está de todos nosotros y siempre, lo que una persona es o deja de ser, se filtra a través de su obra.

Para comenzar, la primera pregunta es ¿cómo se inserta en su época y cual es su importancia política y social?. Las personas son un reflejo de su época y también lo es todo lo que produce.

la segunda es funcional ¿cómo me ayuda?. En esta dimensión, es vital la calidad humana del personaje a tratar. La obra de una persona no tiene determinados matices, a pesar de ciertas características, más o menos simpáticas, de la personalidad del artista; las tiene justamente por causa de ellas. Hay artistas que por la ligereza y universalidad de los sentimientos que expresan, trascienden su época.

Para ejemplificar, vuelvo a Neruda, que por ejemplo, al hablar de amor, se enreda en expresiones confusas:

Me gustas cuando callas porque estás como ausente...

¿Qué quiere decir esto? ¿No te quiero junto a mí? ¿Me gusta sufrir pensando que no te tengo? ¿No soy capaz de amarte como persona y por lo tanto te idealizo y te esfumo? Como ven, si quiero hablar de amor, nunca me dejaré guiar por este misógino. Por eso no me gusta Neruda.

El sentido de la vida...

PRIMERA PARTE. Santiago, 29 de Junio de 2004

Me preguntas el sentido de la vida y no sé que decirte, porque mi respuesta me obliga a confesar una inquietud muy íntima.

Creo que tomamos conciencia y control de nosotros mismos a medida que nos comprometemos; ya sea con nuestras familias, nuestra pareja, nuestros amigos, con los que necesitan ayuda, los animales y las plantas. Nuestros actos más insignificantes tienen un efecto. No siempre podemos verlo, pero es así.

Las grandes cosas de la vida no tienen nada que ver con la gloria personal o el dinero. No creo que el sentido de la vida se encuentre por esa vía. Se vive para afectar a los demás. El primer paso es tener honestidad para reconocer la responsabilidad que nos cabe con todo lo que nos rodea y lo que se debe hacer y el segundo gran paso es contar con el valor y la generosidad de llevarlo a cabo.

Hace tiempo di el primer paso y es tan pobre mi ímpetu por dar el segundo que vivo constantemente con vergüenza por mi cobardía. Cuando me paro y miro hacia atrás me siento satisfecho en varios aspectos, pero veo también grandes omisiones.

Me preguntas el sentido de la vida, pero creo que la pregunta correcta es:

¿Queremos tener control consciente del efecto que producimos en el mundo?

Mi respuesta a esta pregunta pasa por una decisión personal.

SEGUNDA PARTE. Santiago, 03 de Marzo de 2005

Cada día, cada paso son un misterio que a veces pasan sin notarlo. Ahora y con más frecuencia me pregunto ¿que hago aquí?. Por muchos años mi respuesta fue: ¡No lo sé!, pero ya que aquí estoy debo vivir hasta que no pueda más. Una vez más me lo pregunto y mi respuesta se reviste de varios matices adicionales:

Vivo como meta, para llegar más allá y respirar un poco más. Vivo porque es fascinante como la mente y el cuerpo cambian. Vivo porque al ser más viejo quiero saber si uno se hace más sabio o más cínico. Vivo para reírme a carcajadas de lo estúpido que fui tantas veces.

Las cosas cambian y permanecen los recuerdos de lo que fue. Mirar esas fotos y atesorar los momentos. Falta tanto por ver. Falta tanto que sentir, pensar, llorar, sufrir, dormir. Aún hay amigos por hacer, gente que ayudar, caminos que recorrer.

Quiero vivir para criticar la vulgaridad que nos envuelve y las trivialidades que nos embargan.

Vivo para sentir la arena en los pies y la brisa en la cara cuando me enfrento al mar, para recorrer tu cuerpo con mis dedos. Vivo para sentir ese tremor, una y otra vez, cada vez que veo al leopardo corriendo como una flecha lanzada sobre su presa; maravillarme una vez más con el baile del ave del paraíso; mirar con estos ojos que quieren llenarse de todo.

Vivo porque tengo que estar para ti y porque quiero enterrar a mis padres.

Hoy mi respuesta es una determinación: ¡Vivir!, vivir hasta que no pueda más y mi llama finalmente se extinga.

R.R

miércoles, 24 de septiembre de 2008

El Amor y la espina...

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Amar es como vivir con una espina clavada permanentemente en el corazón. Puede ser fuente de gratificaciones, por la nobleza del simple acto de querer y dar, pero también es fuente de terribles angustias. Como decía Wilde, es como teñir una rosa con el rojo de la propia sangre mientras se ofrenda, al mismo tiempo, en dicho proceso la propia vida.
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jueves, 11 de septiembre de 2008

Jueves 11 de Septiembre de 2008; El día del silencio....

Hoy es el día del silencio. Voces mudas rasguñan las paredes del entendimiento y no hay ecos. Lo absurdo, lo irracional, lo monstruoso emerge del pasado como un espectro y se hace más vivo. Hoy es día de callar porque no hay palabras para expresar lo que se siente.

Hoy es el día del silencio. Tantos años han pasado y los recuerdos de aquel triste, amargo y fatídico día, aún nos alcanzan hoy. ¿Qué chacales cobardes fueron sueltos ese día, que 35 años después seguimos escarbando tumbas vacías en la búsqueda de cuerpos?. Se inició la era del terror, la muerte y el exilio.

Hoy, en el día del silencio, recuerdo la mirada de un niño de 10 años que poco comprendía y que, irónicamente, justamente hoy está donde todo comenzó: Frente al símbolo del poder del Estado, que ese día se incendió en llamas. Y hoy, por esta ventana, que otrora salieron tiros de fusil, está la mirada serena y triste.

Hoy es el día del silencio. Silencio por todos aquellos que creían en otro mundo. Silencio por todos nosotros que vivimos en una tierra de fantasía que trata de cubrir su sangrienta historia con frivolidades. Silencio al fin, aunque sea por respeto a nuestros propios ideales dormidos, pero siempre latentes.
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Concluyo con un párrafo de Luis Alberto Corvalan, extraído del libro “Frazadas en el Estadio Nacional”, donde relata su encuentro por un instante, durante trabajos de traslado de material, con su pareja que estaba recluida en otra parte del mismo recinto:
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"Aprieto la cintura de mi compañera y acaricio su pelo. Nos han dejado solos en un entendimiento tácito. Miro sus ojos profundos que me cuentan de su tierno amor, veo en ellos la respuesta militante de las mujeres del pueblo, cojo su rostro entre mis manos y la beso, con un beso prisionero y clandestino".