lunes, 29 de septiembre de 2008

COMO UN DIOS GRIEGO. Sobre Neruda y las vacas sagradas

No me gusta Neruda. No estuvo presente mientras crecí y no lo está ahora. Creo que el gusto tardío y fanático que desarrollaron mis padres, tiene sus raíces en la contingencia de su centenario. Sin duda, tiene algunas características que lo hacen único, ya que puede ser usado como símbolo de una nación perdida en los confines del mundo, pero esta es una ventaja política. ¿lo vamos a idolatrar por eso?. Mi padre me refriega que mi visión es fruto de la cultura labriega de esta nación. Puede ser, ya veremos. Por supuesto discrepo.

Antes de iniciar el análisis de un personaje, es requisito despojarlo de su calidad de “vaca sagrada”. El ser humano tiene la tendencia a construir sus dioses según el modelo griego; que les permite sus licencias humanas, pero siempre dioses. Si no despojamos al hombre del manto sagrado, cada vez que se trata el tema en público, uno es tratado como sacrílego. Amo a muchos personajes, pero tienen falencias y siempre son seres humanos y no divinidades: Leonardo genial y en extremo solitario; Wilde con esa ternura y sensibilidad que estremecen, amó demasiado a un hombre que no lo merecía; Stephen Gould que, por su tendencia marxista, ha rescatado el método filosófico alemán del materialismo dialéctico como mecanismo de análisis y lo ha legado en sus exquisitos ensayos, pero demasiado norteamericano para mi gusto; Gandhi y su lamentable omisión sobre la existencia del sistema de castas e inclusive Cristo que predicó para los judíos y no para todos los hombres, independientemente de las distorsiones posteriores. En fin, a medida que se conoce más al ser humano que está detrás y menos al artista o pensador, nos damos cuenta lo cerca que está de todos nosotros y siempre, lo que una persona es o deja de ser, se filtra a través de su obra.

Para comenzar, la primera pregunta es ¿cómo se inserta en su época y cual es su importancia política y social?. Las personas son un reflejo de su época y también lo es todo lo que produce.

la segunda es funcional ¿cómo me ayuda?. En esta dimensión, es vital la calidad humana del personaje a tratar. La obra de una persona no tiene determinados matices, a pesar de ciertas características, más o menos simpáticas, de la personalidad del artista; las tiene justamente por causa de ellas. Hay artistas que por la ligereza y universalidad de los sentimientos que expresan, trascienden su época.

Para ejemplificar, vuelvo a Neruda, que por ejemplo, al hablar de amor, se enreda en expresiones confusas:

Me gustas cuando callas porque estás como ausente...

¿Qué quiere decir esto? ¿No te quiero junto a mí? ¿Me gusta sufrir pensando que no te tengo? ¿No soy capaz de amarte como persona y por lo tanto te idealizo y te esfumo? Como ven, si quiero hablar de amor, nunca me dejaré guiar por este misógino. Por eso no me gusta Neruda.

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