miércoles, 15 de abril de 2009

viernes, 24 de octubre de 2008

jueves, 23 de octubre de 2008

Mar de Abril

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lunes, 20 de octubre de 2008

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Julio 2003


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viernes, 17 de octubre de 2008

LOS ROSTROS DE LA VIOLENCIA CONTRA LA FEMINIDAD

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Una consecuencia del sistema perverso de libre mercado, que actualmente se desmorona por todas partes, son los diversos rostros que toma la violencia. Las personas no son cosas que se transan en el “mercado” y nadie tiene derecho a ver a sus semejantes como una suerte de “producto” sobre el cual se tiene control. Algunos de los rostros de la violencia son tan sutiles que nos acostumbramos fácilmente a ellos e incluso los aceptamos sin cuestionar. Todo esto se refleja sobre los miembros más vulnerables de la población.

Culturalmente, el hombre chileno es un inválido emocional y confunde hombría con maltrato. Las formas más vergonzosas y cobardes de violencia se manifiestan de muchas maneras sobre las mujeres. Además de la violencia física, tenemos violencia psicológica y violencia sexual.

La antesala de la violencia sexual es la pornografía. Todo lo que implica la venta de sexo es pornografía, por muy “blanda” que se quiera presentar. Desde este punto de vista, no nos engañemos, los “inocentes cafés con piernas” son pornografía, de la misma forma que lo son las revistas de desnudos o las películas. Como todas las cosas en la vida, lo más pernicioso, degradante y que nos vulnera sin darnos cuenta, son aquellos aspectos que gradualmente penetran en nuestra psique, figurándonos como aceptable hasta las cosas más tremendas.

Así se comienza, poco a poco, hasta llegar a la reducción de la mujer a un cuerpo a ser penetrado. Para aceptar la prostitución como algo “natural” o como “el oficio más antiguo...”, como repiten (y justifican) muchos tontos, hay sólo un paso. La prostitución femenina es violencia pura y simple en contra de la mujer. Es una vergüenza y una lacra. Degrada tanto a la feminidad como la masculinidad. Creemos que todas las cosas son un producto y seguimos el juego a los intereses económicos que están detrás, dejándonos guiar por nuestras pulsiones más primarias carentes de todo afecto.

Finalmente, por acción u omisión, todos somos responsables y culpables. Igual que los viciosos o drogadictos, el primer paso es darse cuenta. El segundo, es actuar en consecuencia.

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jueves, 16 de octubre de 2008

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¿Qué significa ser más viejo....?

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Me voy a empeñar en expresar qué implica ser más viejo; además del pelo blanco, los dolores físicos y las arrugas.

Siempre he dicho que la vida es maravillosa y lo sigo manteniendo. A medida que avanzamos en el alucinante viaje de la vida, vamos perdiendo algo a cada paso. Algunas pérdidas son triviales y otras más profundas: Amigos que se apartan; amores que te decepcionan; concesiones a los propios principios; seres queridos que parten; hermanos que ya no ves; ciudades, personas y cosas que se van dejando atrás; el entorno inmediato que cambia; lugares que desaparecen; etc.

De todas las pérdidas, los acontecimientos traumáticos alteran el equilibrio de nuestras relaciones con los demás y nuestra percepción del mundo. Se descomponen las certezas y se pierde el sentido de muchas cosas. Es cuando surge una sensación de estar perdido. Cada una de estas pérdidas inevitables tiene su propio proceso de pena y dolor que nos afecta a cada uno de manera particular. Cada proceso tiene su propio ciclo que hay que vivir y requiere su propio ritmo de tiempo.

¿Qué es lo que ocurre en nuestro interior mientras transcurre el tiempo? Redefinimos nuestro mundo de creencias y damos un significado personal a lo que nos afecta. Vivimos internamente el proceso de la pérdida y aunque parezca contradictorio que yo lo diga; somos seres sociales. Por lo tanto, gran parte de dicha reelaboración, tiene que ver con nuestras relaciones con los demás.

En fin, a medida que vivimos, vamos incorporando las tragedias, de modo que nos transforman, haciéndonos más tristes, pero más fuertes y más sabios.
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Templada ya el alma
en una curiosa mezcla de agua, fuego y dolor
reconstruyo pausadamente mi esencia,
cual fénix dormido por demasiado tiempo
dicto uno a uno mis principios,
del amasijo de mis emociones y pensamientos.
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